El aumento prácticamente incontrolado de casos de coronavirus en Brasil despertó el miedo a que trabajadores de la construcción, conductores de camión y turistas del mayor país de Latinoamérica puedan propagar la enfermedad en países vecinos.
Brasil, una enorme nación que comparte frontera con casi todos los demás países de Sudamérica, confirmó más de 70.000 contagios y más de 5000 decesos , según datos oficiales y el conteo de la Universidad Johns Hopkins, un número muy elevado que cualquiera de sus vecinos, pero incluso se cree que el dato real de infectados y muertos es mucho mayor por el número limitado de pruebas de detección.
Las fronteras del país siguen abiertas, no hay casi cuarentenas ni limitaciones y su presidente, Jair Bolsonaro, sigue negando la gravedad de la pandemia mientras el país de 211 millones de habitantes superó esta semana a China, lugar donde se originó el virus. "Lo siento", dijo el presidente. Y se justificó: "¿Qué quieren que haga?".
En Paraguay, los soldados que velan por el cumplimiento de las normas contra el virus cavaron una zanja junto a los primeros 244 metros de la principal ruta de entrada a la ciudad de Pedro Juan Caballero desde la vecina ciudad brasileña de Punta Porá, para evitar que la gente cruce a pie desde Brasil y desaparezca en la ciudad. Paraguay tiene menos de 250 casos confirmados de coronavirus y sus fronteras están cerradas desde el 24 de marzo, con un refuerzo centrado especialmente en la de Brasil.
Funcionarios argentinos dicen estar especialmente preocupados por el tránsito de camiones desde Brasil, su principal socio comercial. En las provincias que limitan con el país vecino, Argentina está trabajando para establecer corredores seguros donde los conductores brasileños puedan acceder a cuartos de baño, conseguir comida y descargar sus productos sin entrar siquiera en contacto con argentinos.